En 1997, estudiantes de varios años de la Facultad de Medicina se juntaron para participar en las elecciones
para el Consejo Técnico de esa Facultad, en un grupo que llamaron el Círculo Casimiro Liceaga en recuerdo al
primer director que tuvo esa escuela en 1833. Más allá de lo que le dio origen al grupo, la convivencia y el
trabajo cotidianos dieron pauta a algo más que el activismo político, y aquellos galenos en ciernes lograron
concretar varias actividades culturales que enriquecieron la vida universitaria, entre ellas la primera Mega
Ofrenda de la UNAM.
Tomando como base un evento realizado en 1919 por los doctores Ignacio Chávez y Gustavo Baz –entonces
estudiantes-, el Círculo Casimiro Liceaga decidió llevar a cabo la Ceremonia del Cadáver Anónimo que, entre
otras cosas, serviría de marco para la premiación de un concurso de poesía, cuento y ensayo abierto a todos
los estudiantes de medicina de la Ciudad de México, cuyo tema central fue “la experiencia de la muerte y/o
el trabajo con cadáveres humanos en medicina”, con la idea de “cultivar el espíritu humanístico en la
medicina y rendir tributo a los colaboradores anónimos que con su cuerpo contribuyen al avance de la misma”.
La convocatoria estuvo abierta de abril a septiembre de ese año, y al cierre de la misma se recibieron 54
trabajos que fueron revisados por el jurado calificador, entre quienes destacaban Elena Poniatowska en la
categoría de poesía, Ángeles Mastretta y Bruno Estañol en Cuento, y Ruy Pérez Tamayo y Johannes Borgstein en
Ensayo. El póster con la convocatoria se ilustró con la famosa fotografía de Manuel Álvarez Bravo 'Mano que da'.
A propósito del concurso y su logística, se buscó apoyo en la oficina del programa En Pleno Uso de Tus
Facultades, de la Dirección General de Atención a la Comunidad Estudiantil (DGACE) de la UNAM, para la
difusión de la convocatoria y parte de lo que se daría de premio a los ganadores. En una de las reuniones
con esa dirección, se planteó la idea de realizar, a la par de la Ceremonia del Cadáver Anónimo –proyectada
para el 14 de noviembre-, una ofrenda de muertos itinerante que recorriera varias escuelas y facultades del
campus, y que culminara en la Facultad de Medicina. En ese momento la propuesta no tuvo mucho eco, sin
embargo, en el siguiente encuentro la idea se fue puliendo y definiendo con claridad, y bastaron un par de
reuniones más para definir el formato de lo que sería un Festival Estudiantil del Día de Muertos que, entre
sus actividades, estaba la de crear una ofrenda monumental en la explanada de la Facultad de Medicina -que
no sería itinerante por cuestiones obvias de logística-, cuyo diseño estaría a cargo de la Escuela Nacional
de Artes Plásticas y en la cual participarían con espacios predefinidos las escuelas y facultades que
estuvieran interesadas.
El llamado al Festival encontró buen recibimiento en toda la comunidad; la coordinación corrió por parte de
la DGACE, y poco a poco el número de interesados creció tanto como la lista de actividades paralelas:
teatro, danza, paneles de discusión, lectura en voz alta, conferencias, proyecciones y música conformaban la
agenda del festival.
Foto: "Quetzalcóatl Áureo", de Gabriela Ramírez Muñoz, estudiante de la Facultad de Ciencias. Mención Honorífica en el Primer Concurso Universitario de Fotografía "Muerte Instantánea".
Finalmente, la instalación comenzó el viernes 31 de octubre. Una vez delimitados los espacios para las
ofrendas, comenzó a llegar el color a los altares y el aroma del copal y las flores. Por un lado, la
explanada de la Facultad de Medicina se cubrió de veladoras, fotografías y papel picado y hacia el final de
la tarde no cabía una calavera más. En las explanadas vecinas había carpas, foros, pantallas y
altares-esculturas.
Aquella primera noche los vivos abarrotaron el lugar, hubo flashes y se construyeron mil historias; hubo
recuerdos y comenzó así un festival de conmemoración y reflexión sobre la muerte. Durante los siguientes
días el festival se mantuvo vivo, los eventos programados se fueron cumpliendo y las ofrendas fueron
visitadas por miles, que prácticamente abarrotaron cualquier actividad. Fue la chispa que encendió las
veladoras, era la llegada de una tradición viva a la Ciudad Universitaria.
El concurso tuvo sus ganadores, y los premios se entregaron en el marco de la Ceremonia del Cadáver Anónimo,
en el auditorio Raoul Fournier de la Facultad de Medicina, el 14 de noviembre de 1997. Se leyeron los
trabajos de los primeros lugares, y hubo varias emotivas palabras por parte del jurado calificador; además
se presentó un espectáculo multimedia, trato y se hizo un minuto de silencio por todos cadáveres humanos que
contribuyen al saber y al quehacer de la medicina.
Foto: "Aminoremos el dolor con la comida", de Sandra Suárez Zúñiga, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Mención Honorífica en el Primer Concurso Universitario de Fotografía "Muerte Instantánea".
Desde entonces, el Festival Universitario de Día de Muertos y la Mega Ofrenda son parte medular del
calendario universitario. En veinte años han habido muchos cambios en cuanto a la sede, el número de
ofendas, altares, foros, esculturas y espacios de creación artística. Ya no sólo participan entidades de la
UNAM, sino que se han sumado a la convocatoria diversas escuelas del Sistema Incorporado, así como otras
universidades e instituciones educativas. Con el paso de los años, la Mega Ofrenda de la UNAM sirvió como
ejemplo y provocó que el esfuerzo se replicara más allá del campus de Ciudad Universitaria, en versiones
propias de ofrendas y festivales en la Ciudad de México y en otras universidades e instituciones educativas.
En los últimos años, la Mega Ofrenda se ha llevado a cabo en la Plaza de Santo Domingo, en el Centro
Histórico de la Ciudad de México, y son muchos los sectores que participan en ella.
México se distingue por el notable arraigo de sus costumbres. El Festival Universitario de Día de Muertos y
la Mega Ofrenda reafirman a nuestra universidad como espejo y reflejo de ese México atávico, capaz de darle
un toque contemporáneo a las tradiciones que por siempre se han celebrado en esta tierra. Los sabores,
aromas, cantos y recuerdos coloridos de la Mega Ofrenda evocan y convocan a vivos y muertos. Que la
experiencia perdure.
Fotografías tomadas del libro: La fiesta de los muertos. Una celebración de los estudiantes universitarios. Universidad Nacional Autónoma de México. 2000. Ciudad Universitaria, México, D.F.
Nota al pie: pensamos que las historias se construyen con el esfuerzo y la participación de los individuos y
las instituciones que laboran en ellas. Sin ánimo de exhibir ni excluir, consideramos justo enumerar a
quienes hicieron posible aquella Primera Mega Ofrenda en 1997, desde la posición en la que se encontraban en
ese momento. Si alguien falta o sobra en esta lista, por favor no dudes en contactarnos para hacer la
corrección. Queremos que esta lista en orden alfabético sea inclusiva, no exhaustiva:
Estudiantes de la Facultad de Medicina:
Uri Belkind, Gerardo Bravo, Pedro Camacho, Yalí Campuzano, Laura Castañeda, Mariana Chávez, Alejandra de Alba, Tomás Escalante, Emilio Fernández, Juan Manuel Fraga, Diego Fulgueira, Diego Garcia, Ivette Huerta, María C. Jiménez, Martín Lajous, Alejandro Ortíz, Rodrigo Patiño, Erika Reyes, Mauricio Rodríguez, Rafael Sierra.
Académicos y funcionarios de la UNAM en varias dependencias:
Johannes Borgstein, Andrés Camou Guerrero, Fernando Chamizo, Enrique Dufoó, Fernando Escalante Sobrino, Emiliano López Rascón, Eduardo Silva, David Vazquez, José Luis Vázquez y José Wolffer.